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Reflexiones hacia los 50 años de la UNaM

  • Claudia Sapa
  • Institucionales

El pasado 16 de abril, la Universidad Nacional de Misiones  cumplió 49 años de existencia. En este punto de inflexión y reflexión que significa un nuevo aniversario, se suman las voces de quienes protagonizaron la vida de la institución desde sus comienzos. Es el caso del profesor Roberto Fernández, de la Facultad de Ciencias Forestales, que cuenta en esta nota detalles de aquel procesos de constitución de la Universidad y la Facultad como tales e introduce análisis sobre el presente y futuro de la Educación Pública.

Aquí la entrevista

Cuándo ingresó a la UNaM, cómo era el contexto entonces?

A mediados de los 70 no existía internet, celulares, correo electrónico, tampoco el hoy ya olvidado FAX. Las comunicaciones telefónicas hacia fuera de Eldorado debían solicitarse a una operadora y esperar, esperar… El asfaltado de la ruta 12, hasta Iguazú, finalizó en 1973. Los diarios de Buenos Aires llegaban a media tarde, siempre y cuando el avión de Aerolíneas aterrizara en Iguazú.

En ese contexto se llevaron a cabo los primeros pasos de la actual Facultad de Ciencias Forestales, en condiciones que casi transformaban el proyecto en una utopía. Durante los primeros años las clases se dictaron en aulas de la Escuela Agrotécnica Eldorado y en el Pequeño Teatro Colon. Así, poco a poco, con más compromiso que recursos, se fue construyendo la Facultad que hoy tenemos.

Para ambientar un poco más la situación que se vivía vale una anécdota: “Recién recibido tuve una oferta de trabajo en Eldorado, corría mayo de 1977. A los pocos días de haberme instalado, me acerqué a la entonces Escuela de Ingeniería Forestal (EIF) con la intención de continuar colaborando en docencia, tal lo había hecho en calidad de alumno en un par de universidades de Buenos Aires. El ingeniero Volkart, a cargo de la Dirección, me informó que aún restaba armar los equipos para las tres materias del 2° trimestre del 3° año. O sea, que decidiese entre Climatología, Patología y Edafología. Para que se entienda, esto fue a menos de tres meses del comienzo del primer dictado de estas disciplinas.

Sin dudas un verdadero desafío. Los docentes, en general, éramos jóvenes, algunos, como en mi caso, muy jóvenes. Pocos eran los profesores con trayectoria académica de relevancia. Pero la mayoría con mucha voluntad y ganas de sacar la facultad adelante, convencidos que representaba una oportunidad de estudio y crecimiento para muchos jóvenes y de desarrollo socioeconómico para la región.

En 1980, dos hitos, en julio se recibe el primer egresado. En diciembre la EIF obtiene el rango y denominación de Facultad de Ciencias Forestales.

En 1982 equipos de la facultad logran la aprobación de los dos primeros Proyectos de Investigación subsidiados por la Subsecretaria de Ciencia y Técnica de Nación.

Frente a las limitaciones presupuestarias se concentraron esfuerzos en el desarrollo edilicio, equipamiento, y particularmente en la capacitación del personal docente y no docente.

En 1985, se instrumentan los concursos docentes, un requisito para la Normalización de la UNaM. En facultades nuevas y con pocos docentes, como era el caso, contar con un mínimo de 16 profesores regulares para conformar el claustro resultaba en sí mismo otro desafío y se logró.

Es menester mencionar que a mediados de los 90 la facultad ya era objeto de reconocimiento a nivel nacional y en regiones vecinas de Brasil y Paraguay. Por la tarea de supervisión de las actividades de investigación en silvicultura que realizaba en el INTA. Pude constatar, en diferentes regiones del país, la alta valoración de la cual nuestra facultad era objeto. Por supuesto, orgulloso por ser parte de ella.

Cuál es la experiencia que le han dejado los distintos roles?

Sin dudas la tarea docente es muy enriquecedora por sus múltiples facetas, entre las cuales a mi criterio se destaca el contacto continuo con los jóvenes. Claro que no siempre es sencillo de lograr. Conlleva la necesidad de contar con mucha flexibilidad para interpretar mensajes, demandas, cambios culturales, y eventualmente, asumir las actitudes necesarias para mantener viva la necesaria comunicación.

De los varios senderos que conducen al aprendizaje de lo que podríamos llamar conocimiento “técnico profesional”, capacitación, experiencia, etc, en mi caso el principal motor fueron mis alumnos, fue por ellos, y gracias a ellos, lo cual destaco y agradezco. A lo largo de mis 44 años de docencia han sido sus inquietudes, y mi incapacidad para orientarlas, un verdadero motivo para crecer.

Conformar equipos de investigación, acompañar a becarios, a tesistas, elaborar documentos, actividades de difusión y extensión, participar en actividades de gestión, entre otras actividades universitarias, han sido muy enriquecedoras también.

Qué es a su criterio lo más importante que le aporta la Universidad a la sociedad y el contexto?
La educación como política pública, tiene un rol estratégico como base imprescindible de los procesos de desarrollo culturales y socioeconómicos, y de equidad, como en la generación de mejores oportunidades para las personas que a ella acceden.

Sin dudas, en Argentina la Universidad pública, y particularmente la nuestra, ha hecho y sigue haciendo importantes esfuerzos a efectos de facilitar el acceso a la formación superior de quienes así lo desean, independientemente de su origen socioeconómico y cultural. Ello posibilitó que hijos de familias de escasos recursos, de colonos, empleados, obreros, pequeños comerciantes, accedan a la universidad. Entre muchos otros, es mi propio caso. Debemos comprometernos para que así continúe.

Seguramente en sociedades menos desiguales, donde los derechos básicos tienden a garantizarse con políticas públicas específicas, las universidades no necesitan afectar porciones relevantes de sus recursos para contener dificultades económicas de sus alumnos.

Es importante recordar que la Universidad Pública es sostenida por el esfuerzo de todos los argentinos, aún por aquellos que nunca pasaron y quizás nunca pasen por sus aulas. Ello implica por lo menos una reflexión, dado que, si bien el acceso al conocimiento posibilita movilidad social, es justo también que nos comprometamos a buscar con nuestro accionar siempre el bien común.

La contaminación y la degradación de los recursos naturales, supuestamente renovables, es un hecho irrefutable frente a una sociedad que reclama cambios. En particular en esta región, es nuestra tarea participar activamente en el desarrollo y en la difusión de nuevos paradigmas productivos y tecnológicos, ambientalmente más responsables, que integren y valoricen con la misma intensidad la producción de bienes, el cuidado de los recursos naturales y los servicios ambientales.

Cómo evolucionó la UNaM en relación al sistema universitario en general y al entorno en particular? 

A la manera de un círculo virtuoso la Universidad necesita repensarse para afrontar nuevos desafíos y dar respuestas a nuevas demandas, en un eterno proceso de mejora continua.

Para ello es imprescindible seguir generando espacios de discusión y consenso a efectos de definir estrategias para enfrentar los diferentes desafíos, entre ellos, la motivación de nuestros estudiantes, los métodos de enseñanza, la participación en la generación y la transferencia de conocimiento y tecnología, las brechas generacionales, los cambios culturales y el cuidado del ambiente.

También deben continuar los procesos de generación y disimilación del conocimiento, así como la formación de profesionales acordes a los avances científicos, culturales y tecnológicos; con el foco puesto en mejorar la calidad de vida de la gente y en soluciones para los problemas de la sociedad, de la cual es parte y se nutre.

Merece destacarse la oportunidad de mantener e incrementar los vínculos de colaboración e integración, con instituciones de Ciencia y Técnica, gobiernos provinciales y municipales, organizaciones de productores, empresarias y de la sociedad civil en general.

Qué mensaje o reflexión le gustaría transmitir en relación a estos 49 años de la institución?

Está claro que hay una deuda perenne con quienes soñaron a principios de los años 70 con el Proyecto de esta universidad, y lograron cristalizarlo, enfrentando para ello condiciones que casi lo transformaba en una utopía. Hoy somos productos y parte de ese Proyecto y es nuestro deber indelegable mantener viva la memoria al respecto.

Hago votos para que la actitud de quienes fueron los impulsores de la UNaM y la Facultad de Ciencias Forestales no solo se logre sostener, como hasta ahora, sino que en el futuro se potencie. Para que esa actitud se revitalice y se traduzca en nuevas convicciones, compromisos, entusiasmo, dedicación, y por qué no en sueños.

Lo esencial de cualquier tarea es hacer que las cosas sucedan, tal lo pensado, deseado y soñado.

Acerca del entrevistado

Roberto Antonio Fernández


Ingeniero Agrónomo. Universidad Nacional de Buenos Aires. 1977.
Magister en Ingeniería Forestal. Universidad Federal de Paraná. Brasil. 1989


- Cargos en la UNaM.

Facultad de Ciencias Forestales.
• Profesor Titular. Responsable Cátedra Edafología. Participe de Silvicultura II y Uso y Manejo de Suelos. Diciembre/2001- enero/2021
• Profesor Adjunto. Edafología (regular). Marzo/1986 - noviembre/2001.
• Jefe de Trabajos y Profesor Adjunto (interino). Agosto/1977 - febrero/1986.

Además
• Miembro Consejo Directivo. Facultad de Ciencias Forestales. UNaM. 1998–2003.
• Miembro Consejo Superior. UNaM. 1998 -2001.
• Miembro del Comité Académico. Maestría en Ciencias Forestales. 2000-2021.
• Coordinador de la Carrera de Ingeniería Agronómica. 2012-2017.

Escuela Agrotécnica Eldorado.
• Director. Junio/81 - enero/1986.

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