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Encrucijadas de nuestro tiempo

  • Ana Victoria Espinoza
  • Humanidades y Ciencias Sociales

Por Alexis Rasftopolo*/ Se cumplen 47 años del Terrorismo de Estado en nuestro país y, a propósito de ello, resulta oportuno evocar una publicación del escritor y periodista Eduardo Blaustein (Ver: Memoria mínima, en Socompa, 24/03/23) divulgando los datos dados a conocer por la Universidad Nacional Guillermo Brown, a propósito de lo que dejó la última dictadura cívico-militar:

– duró 2818 días;
– hubo 4 Presidentes: Videla, Viola, Galtieri y Bignone;
– Pasaron 2 mundiales, 2 juegos olímpicos y 3 papas;
– Se cerraron 20.000 fábricas;
– Se abrieron 340 centros clandestinos de detención (Se agrega: hoy se tiene registro de que fueron cerca de 800 los CCDTyE, ver, Secretaria de DDHH, Sitios de memoria);
La deuda externa se multiplicó por 6;
– La inflación acumulada durante el 1976 a 1983 fue de 517.000%;
– El mundial del 1978 costó u$s 500.000.000. Mientras se desarrollaba, desaparecieron 69 personas;
– Se prohibieron más de 200 canciones de artistas argentinos y extranjeros;
– Más de 600 libros fueron prohibidos, entre ellos, muchos infantiles;
– Se prohibieron más de 200 películas extranjeras y 130 argentinas. Se cortaron o censuraron partes a cientos más;
– Aumento de la Pobreza, del 4,4% en 1975 al 37,4% en 1983;
Se enviaron 14.000 hombres a la Guerra de Malvinas. Murieron 649 soldados y se suicidaron 350 veteranos una vez finalizado el conflicto armado;
– La dictadura disolvió el Congreso, prohibió los sindicatos y cercenó la actividad de los partidos políticos;
-Se secuestró, torturó y desapareció a 30.000 personas. 9.000 casos fueron denunciados ante la Conadep;
– 490 personas nacieron en cautiverio durante la dictadura militar. Sólo 127 fueron recuperados (Se agrega: gracias al esfuerzo de las Abuelas de Plaza de Mayo y su equipo ya son 132 los nietos y nietas recuperados hasta la fecha; ver sitio oficial de Abuelas de Plaza de Mayo);
Se calcula que 500.000 argentinos se exiliaron voluntariamente o forzosamente durante la dictadura;
– Primer Estado en Reconocer a Rafael Videla como Presidente: EEUU;
El FMI aprobó un Crédito Internacional de 110 millones de dólares el mismo día del Golpe Militar, aun cuando las nuevas autoridades no habían sido reconocidas por ningún país en el mundo;
Se estatizó la deuda privada de más de 70 grandes Empresas. Entre ellas el Grupo Macri, Techint, Fiat, Ford, City Bank, IBM, Banco Francés, etc. El monto, alrededor de 22 mil millones de dólares. Casi la mitad de la de Deuda que genero la dictadura.

En efecto, las consecuencias socio-económicas y culturales de la tanato-política implementada por el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” persisten hasta nuestros días; se trata de la “miseria planificada” que denunció Rodolfo Walsh en su Carta abierta a la junta militar.
De ese legado perverso, acaso el más pesaroso, como lo puso de manifiesto de manera documentada y valiente Alejandro Olmos (Ver: Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron. Bs. As. Ed. Continente, 2006) sea el de la deuda externa que, desdichadamente, continua sirviendo como un mecanismo de dominación y expoliación, luego del endeudamiento irresponsable y premeditado durante la presidencia de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional y del acuerdo posterior entre el Frente de Todos y el mencionado organismo de crédito.
En torno de esto, el colectivo de la revista Crisis escribió en su editorial de febrero de este año:
“La pérdida de independencia económica que implica el acuerdo firmado por el gobierno del Frente de Todos con el FMI y la consecuente renuncia a la justicia social que supone el ajuste instrumentado por el actual ministro Sergio Massa ubican al proyecto democrático en su mínimo nivel de intensidad justo cuando está por cumplir cuarenta años. La democracia como piso a defender y no como horizonte a conquistar” (Crisis, #55, febrero, 2023).
En esa encrucijada nos encontramos.
Y no solo en Argentina sino también en varios países de América: “la democracia como piso a defender y no como horizonte a conquistar”, frente a los embates de los sectores de derecha en alianza político-empresarial-mediática y judicial y el notorio divorcio entre las necesidades y problemas reales de nuestros pueblos y lo que se discute y dirime en los recintos de la política institucional.
En rigor, se torna imperiosa la necesidad de estar en las calles, marchando, para exigir Memoria, Verdad y Justicia, con todo lo que ello supone en términos ético-políticos.
Necesitamos vivir con dignidad. Y ese es, en resumidas cuentas, el desafío que se nos presenta, como nunca antes, a nivel planetario: el cuidado de la vida y de lo viviente.
Por eso, también, marchamos hoy.

*Doctor en Comunicación Social, docente e investigador de FHyCS-UNaM.

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